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13.9.11

Avances y rezagos en los archivos públicos, y sin respaldo jurídico


MÉXICO. Preva­lece una inercia desespe­rante en­tre los preceptos legales para el acceso a la información y el objetivo de transparentar las cuentas públicas acumu­ladas en los acervos archi­vísticos. Más que imputar desgano a los operadores de tales preceptos, lo que pri­va podría resumirse en tres escollos:

Una incultura generaliza­da, entre quienes determinan el gasto público, hacia un re­conocimiento utilitario de los archivos.

La falta de una aplicación metodológica que, apoyada con los recursos tecnológicos, convierten a la información en una consulta abierta desde el propio recinto del ciuda­dano.

El incumplimiento del precepto constitucional que obliga a la preservación de los acervos archivísticos, y a la necesaria coordinación y de mutuo reconocimiento entre los operadores de la transpa­rencia y el acceso a la informa­ción pública.

Un encuentro para los desencuentros públi­cos
Mucho de ello se vio y comentó durante el Quinto Encuentro de Archivos del Distrito Federal (24 al 25 de agosto) que reunió a 12 insti­tuciones culturales, académi­cas, archivísticas y oficiales, y a no menos de 75 ponentes. Aunque el tema central fue: "Los Archivos, Memoria de los Pueblos, Patrimonio de la Humanidad", centralizado en temas históricos y en par­ticular "El Camino Real de Tierra Adentro", en las dos úl­timas mesas de trabajo, de las quince que se organizaron, la preocupación fue "Las Tecno­logías de la Información en Archivos".

En lo general, lo que se ad­virtió fue una sensación de rezago ocasionada por inno­vaciones políticas, de cam­bios mediáticos e intereses sectoriales que, al olvidar el todo de los problemas, o por desfasarse de la realidad, se legisla con improvisación al­terando el orden lógico de los hechos.
Por ejemplo, en el derecho a la información se olvida que sin archivos organizados no hay eficiencia en la localiza­ción de los expedientes públi­cos, por lo que la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gu­bernamental difícilmente podrá cumplir sus objetivos.

Ante nuevas exigen­cias, letargo e indo­lencia
Lo impertinente es que desde hace más de medio siglo el país y la administra­ción pública cambiaron sin una planeación integral; los archivos se quedaron en un letargo y no fueron adaptados a las nuevas exigencias.
De este modo, los archivos se fueron saturando conver­tidos en bodegas, sin perso­nal capacitado, ni técnicos archivistas de selección y valoración, y mucho menos presupuestos adecuados. Se frenó el servicio archivístico y se generaron áreas de archi­vos muertos. Además, con las modernas tecnologías de pro­ducción y reproducción masi­va de documentos, se provocó otro problema, como fue la explosión documental, ante lo cual fue ya difícil combatir sin las armas correspondientes.

Un ejemplo vivo y activo de esta situación lo es el Ar­chivo General de la Nación (AGN) ahora sometido a un proceso de modernización para la preservación archi­vística y la actualización tec­nológica.

El AGN, candidato a la rectoría nacional
Estudiosos de la materia, como lo son Ramón Aguilera y Jorge Nacif, ambos fundado­res de la Escuela Mexicana de Archivos, al ponderar al AGN como rector de un probable sistema nacional de archivos, han dicho:
"En la era de la transparen­cia y el acceso a la informa­ción pública gubernamental, el liderazgo en la organiza­ción de los archivos de Méxi­co del AGN está sujeto a la ta­rea de asesoría y capacitación que proyecte en los archivos de la administración públi­ca. Debe evitar convertirse en un auditor y si en un ase­sor cuyo objeto sea propiciar el derecho a la información y la rendición de cuentas, acciones que, a cuatro años de la publicación de los Li­neamientos Generales en la materia (DOF 20.02.2004), no se han cumplido en todas las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal".

"Al querer realizar un aná­lisis sobre el papel y el lide­razgo del AGN –indican- en la era de la transparencia y acceso a la información en México, no podemos dejar de indagar en la problemática que los archivos de las de­pendencias y entidades de la administración pública han tenido que enfrentar, no sólo para cumplir con una ley de transparencia y acceso a la información pública guber­namental, sino para estable­cer una organización interna que no se ha concretado en la realidad".

Depender de Gober­nación es impropio y obsoleto

Los comentaristas repro­chan que el AGN sea una de­pendencia más de la Secreta­ría de Gobernación y no tenga la suficiente autonomía para su funcionamiento ni las de­cisiones que competen a todo el gobierno.

- "Sus obligaciones –aña­den- se encuentran inscritas en el reglamento interior de la Secretaría de Gobernación, en la sección III, con inicio en el artículo 48.
"Durante 24 años se ha mantenido el deseo de que el AGN pueda convertirse en el líder, en la cabeza rectora de los archivos administrativos e históricos que propicie el derecho a la información y una verdadera rendición de cuentas. Esto no ha sido en­tendido aún entre las autori­dades gubernamentales, ni las de antes ni las de ahora, incluyendo, claro está, a las de la Secretaría de Gobernación, de quien depende el AGN".

La información públi­ca, tragedia archivís­tica

Propiciar y generar los medios para cumplir con el derecho a la información pú­blica consagrado por el art 6° de la Constitución es parte de la esencia misma de un archivo nacional. "Por des­gracia –enfatizan- parecería que ese derecho se convirtió en una tragedia archivística para las dependencias y en­tidades de la Administración Pública Federal a partir del momento en que la Ley Fede­ral de Transparencia y Acce­so a la Información Pública Gubernamental obligó a la organización de los archivos, reaccionando como si fuera una imposición y no una obli­gación, olvidando que mucho antes de que existiera una Ley de Transparencia ya se conta­ba con un marco jurídico en la materia que, al parecer, no se ha respetado en su totalidad".
 
Concluyentes, dicen los citados:
"Podemos observar que una de las causas para que el derecho a la información pública no se cumpla es que la administración pública ha descuidado la verdadera ad­ministración de documentos. Si analizamos el proceso de documentos que se genera en la gestión administrativa y el flujo de papeles que va de un lado a otro por las oficinas, se confirmaría que existe una reproducción irracional de documentos que, a la postre, crean duplicidad de funcio­nes, saturación en el almace­namiento, ineficiencia y gas­tos inútiles (Aguilera y Na­cif)* y evitan la localización expedita de los expedientes, proceso básico para la con­sulta pública en cualquier archivo".

El AGN se remodela y amplía sus horizontes
Ahora bien, ¿cual es por ahora la situación del AGN, y hacia dónde va su remodela­ción y ampliación?

En base a un proyecto re­novador, el AGN ha demolido un edificio contiguo e inicia­do la remodelación de lo que fue el Palacio de Lecumberri.

No dispone de espacio para recibir cerca de 100 km lineales de documentos his­tóricos que actualmente se encuentran en archivos de concentración de la Admi­nistración Pública Federal.

Tampoco dispone de do­cumentos del período poste­rior a 1950.
Miles de millones para gastarse en diez años
Al nuevo edificio para con­servar, restaurar, organizar y administrar los acervos se le asignó una partida original de $1,437,580,120 para el período 2000-2010.

En el 2008 se planeó cons­truir nuevo edificio en el pre­dio adjunto de CONAFRUT por la carretera México-To­luca.

Se halló mejor ubicación en predio contiguo donde se hallaba RENAPO (Registro Nacional de Población).

Un nuevo proyec­to se elaboró en 2009: $1,255,856,778 distribui­dos en: 2009, $298,506,300; 2010, $629,946,382 y 2011, $327,404,096.

Apenas se trabaja en el proyecto ejecutivo
Se trabaja ya en proyec­to ejecutivo con el monto de 2009. Comprende: demoli­ción de RENAPO, restaura­ción del Palacio de Lecum­berri, compra de equipo es­pecializado.

Debido a la situación económica del país, el monto asignado para 2010 se recortó a $146,499,999. El de 2011 parece que no ha llegado.

El viejo edificio que se uti­lizará como casa de gobierno es construcción de piedra, cantera y tabique, con 4,578 m2 en sus dos plantas y mez­zanine.
 
La restauración del edifi­cio destinado a oficinas com­prenderá: dirección general, direcciones de Investigación y Normatividad Archivísti­ca, Publicaciones y Difusión, Tecnologías de la Informa­ción, Sistema Nacional de Archivos y Unidad de Enlace.

Las obras complementa­rias serán: zonas de comedor, cocina y servicios; enferme­ría, oficina de sindicato; área de museo mural y usos múl­tiples.

Documentos cuida­dos, pero también quienes los usan
Se da prioridad a la arqui­tectura del paisaje, con 85% de árboles que presentan proble­mas sanitarios; los demás han sido mutilados.

El edificio técnico, en rea­lidad, es una nueva manera de ofrecer fachadas sobre Eduardo Molina y Albañiles las avenidas principales del entorno, con espacios ama­bles para ciudadanos, carác­ter verde y abierto
En el sector occidental estarán: catalogación y des­cripción; en el oriental labo­ratorios de reprografía; en el centro del edificio el soporte de cómputo y seguridad.

El nuevo edificio se plan­tea como una prótesis que apoya y soluciona carencias y problemas del edificio actual. Mecanismo destinado a su­plir y afrontar una situación de debilidad

En Sinaloa aún esta­mos en una balsa sin rumbo
Se logra un ahorro ener­gético: iluminación natural; producción de energía me­diante celdas fotovoltáicas (energía solar) en la cubierta del edificio de los depósitos documentales aprovechando sus 5,000 m2 de superficie.

Se establece un reciclaje de aguas de lluvia para sani­tarios y riego jardines.

Y en cuanto al calenta­miento en la envolvente del edificio, se han orientado las fachadas, y los espacios inte­riores tendrán baja incidencia térmica con ahorro de ener­gía.

Lo curioso de todo ello es que estando ya aprobada de vuelta por el Senado la Ley Federal de Archivos, la Cá­mara de Diputado aún no le da curso para su publicación.

Digamos, en cambio, que en Sinaloa ni siquiera hay ini­ciativa de ley que pondere la necesidad y organización de los archivos, por lo que la Ley de transparencia y de Acceso a la Información Pública na­vega en el piélago de la nada.

* Aguilera Murguía, Ramón y Jorge Nacif Mina, 2006, Los Archivos públicos; su organización y conserva­ción, Miguel Ángel Porrúa, México.

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